lunes, 24 de diciembre de 2012

A. S. NEILL EN EL CUADERNO DE ZENÓN



           «El hombre fuerte lanza el éxito hacia atrás y sigue adelante persiguiendo cosas más grandes, mientras que el débil acaricia su pequeño premio y se jacta de su éxito secundario. »

Maestros problema
1940

viernes, 14 de diciembre de 2012

GLOSARIO DE EMILIO: BOTICARIO


Recuerdo la botica de don Salustiano. Era un mostrador pequeño y dos estanterías, con medicamentos elaborados, que flanqueaban la pequeña puerta de acceso a la rebotica. Junto a ella, un despacho grande: la mesa señorial, espléndida silla, archivo, aparato de radio, una gran ventana. Y la enorme rebotica, llena de manuales de farmacopea, mortero, probetas, matraces, vasos de precipitados, balanza, pipetas, frascos, buretas, lupa, termómetros, mecheros…  El maestro boticario era una personalidad del pueblo; a él venían en busca de los más variopintos remedios y de sus manos aparecían pomadas, linimentos, emulsiones, apósitos, elixires, jarabes, suspensiones y todo tipo de preparados oficinales y fórmulas magistrales. A cualquier hora.

martes, 4 de diciembre de 2012

ENTREVISTA A EMILIO. PARTE DOS.


-        Ser padre es tener un privilegio sin igual. Es engrandecer nuestra esencia. Es tener un compromiso permanente con la vida. Es cuestionarse y  analizarse continuamente para tratar de aprender un oficio inimitable. Es entregarse y, sin embargo, educar en las virtudes más espartanas: humildad, serenidad, modestia, austeridad, prudencia. Pero también orgullo, convicción, soberanía, singularidad, cooperación, osadía. Y aun con todo eso ser padre es algo muy distinto a ser madre. Yo diría que no alcanzamos a entender lo que significa la maternidad y lo que no se entiende, no se aprecia o se desprecia. Tal vez deberías hablar tú de ello, Sofía.
-        Sí, tal vez en otro momento, porque hoy el entrevistado eres tú.
-        Claro
-        Dime una cosa, Emilio, ¿Qué echas en falta de otros tiempos que has vivido?
-        Las palabras.
-        Explícamelo, por favor.
-        Hay multitud de palabras que eran importantes y hoy ya no se usan. Parece que el mundo haya cambiado más de lo que realmente lo ha hecho por haber mudado su lenguaje. Es cierto que las palabras desaparecen porque lo hacen los objetos que nombraban. Pero no es así en todos los casos. La verdad es que estoy recogiendo en un cuaderno esas palabras, porque me ayuda tenerlas conmigo. Me hace sentir que no estoy tan lejos. Voy apuntando mis recuerdos con ellas y quizás un día sea útil para quienes quieran recuperar lo que significaron.
-        Me parece una idea excelente. Te propongo que le demos difusión desde el programa y vayamos entregando a nuestros oyentes esas palabras poco a poco.
-        Magnífico.
-        No me has hablado de tu maestro.
-        Sería un atrevimiento.
-        ¿Ni siquiera una breve glosa, un elogio?
-        No podría expresarte todo el agradecimiento que siento por él. Sería inútil. Tener un modelo es algo muy peligroso. Resulta ser una guía comodísima de seguir, pero también es una luz remota que nunca llegas a alcanzar. No quiero pensar lo que para muchos es una vida sin maestros, bien porque no los hayan tenido, bien por haber despreciado los que tuvieron. Porque preguntas tenemos todos constantemente y las respuestas que circulan suelen ser juegos de prestidigitación que más bien esconden el problema. Las preguntas difíciles no tienen respuestas fáciles. Los problemas complejos no tienen soluciones sencillas.
-        ¿Tienes miedo a algo?
-        A la ignorancia
-        ¿Y qué es lo que  alimenta tu esperanza?
-        El eterno retorno de la belleza, por ejemplo.
-        ¿Tenemos una misión en la vida?
-        Tenemos varias misiones a cuál más importante. Antes hablábamos de una: ser padre o madre, pero hay más. Cada uno ha de identificar y definir las suyas. Pero el concepto de misión viene de missio, que es envío, y tiene una dimensión interesante en cuanto que existe un receptor o varios de dicha iniciativa. No hay misión sin beneficiario.
-        ¿Cómo quieres acabar esta entrevista?
-        Besándote.





sábado, 24 de noviembre de 2012

DEEPAK CHOPRA EN EL CUADERNO DE ZENÓN



           «En términos puramente materiales, la física no describe una fuerza que obre contra la entropía […] Sin embargo, obviamente hay una fuerza contraria que impulsa la evolución, creando la vida, frenando la amenaza de la entropía […] Esa fuerza contraria es la inteligencia, que en el plano cuántico es mucho más que un fenómeno mental. »

Cuerpos sin edad, mentes sin tiempo
2002





miércoles, 14 de noviembre de 2012

MILAN KUNDERA EN EL CUADERNO DE ZENÓN



           «Hay un vínculo secreto entre la lentitud y la memoria, entre la velocidad y el olvido. Evoquemos una situación de lo más trivial: un hombre camina por la calle. De pronto, quiere recordar algo, pero el recuerdo se le escapa. En ese momento, mecánicamente, afloja el paso. Por el contrario, alguien que intenta olvidar un incidente penoso que acaba de ocurrirle acelera el paso sin darse cuenta, como si quisiera alejarse rápido de lo que, en el tiempo, se encuentra aún demasiado cercano a él.
         En la matemática existencial, esta experiencia adquiere la forma de dos ecuaciones elementales: el grado de lentitud es directamente proporcional a la intensidad de la memoria; el grado de velocidad es directamente proporcional a la intensidad del olvido. »

La lentitud
1995

domingo, 4 de noviembre de 2012

ENTREVISTA A EMILIO. PARTE UNO


                El lenguaje no es suficiente si no escuchas pronunciar las palabras. El lenguaje no es suficiente si no observas unos labios dibujarlas con precisión. El lenguaje no es suficiente si no ves unas manos que escriben y una constelación de símbolos entrelazados esperando a ser descifrados. Por ello, la radio es una conversación necesariamente imperfecta.
                A mi lado, un hombre. Un hombre con dudas y por ello más hombre. Serenamente consciente, profundamente concernido por la vida. Se llama Emilio y como buen amigo ha decidido someterse a una entrevista sin máscaras ni límites, que comienza ahora
-        Buenas noches, Emilio.
-        Buenas noches, Sofía.
-        ¿Puedes decirnos quién eres, de dónde vienes?
-        Bueno, hasta donde yo sé procedo de una región de Francia en la que fui recogido por mi maestro y adiestrado de un modo diferente al que era habitual en aquel tiempo. Soy, por tanto, de algún modo el producto de un experimento pedagógico.
-        ¿Solamente eso?
-        No, evidentemente. Tu pregunta es certera. Ha sido una de las constantes en mi vida. ¿Quién soy? ¿De dónde procede mi naturaleza? ¿Por qué es tal y como yo la conozco? Sospecho que no soy demasiado original en ello, pero es inevitable.
-        Y ¿cuáles son tus conclusiones?
-        De momento no demasiadas. Una de las ideas que me seducen es que no hay un solo origen. De otro modo no me explicaría las aparentes incoherencias entre mi personalidad y la de mis progenitores biológicos. Tal vez la existencia sea el resultado de algún tipo de reencarnación sucesiva en la que se va curtiendo un tipo de carácter, una paleta de inquietudes, una serie de conflictos o desafíos. Por otro lado me parece pretencioso concederme el privilegio de poseer un ser diferenciado e inmortal y pienso que realmente podemos constituir tan solo una insignificante manifestación de una realidad que nos sobrepasa y nos contiene.
-        ¿Ser trascendente o parte instrumental?
-        Demasiado complejo ¿verdad? En el fondo todo se reduce a una pregunta: ¿por qué? ¿Por qué vivir? Yo he cometido el error durante mucho, muchísimo tiempo de pensar que se vivía para buscarle el sentido a la vida, para obtener más y más conocimiento y comprender gracias a éste el por qué de la vida misma. Pero es mucho más sencillo. Se vive para vivir, nada más. No hay que buscarle explicación. Y cuanto más intensamente se vive, más razones encuentras para vivir.
-        Entonces ¿no vale la pena el conocimiento?
-        Sí, por supuesto. Vivir intensamente nos lleva a tener un enriquecimiento constante en nuestras interacciones con nuestro entorno y nuestros semejantes. El conocimiento es la herramienta perfecta para perfeccionar estas relaciones y para permitirnos una sana relación con nuestro propio yo.
-        Hablas de nuestro yo como si fuera un tercero.
-        Es que lo es, Sofía. Es otra herramienta que nos permite mantener este flujo de interacciones y cuanto más lo conocemos, mejor funciona. No hay espacio para el egoísmo, ni tampoco para el personalismo. Es ridículo. Cualquiera de nosotros es, o bien una criatura en perpetuo proceso de reencarnación y perfeccionamiento, o bien una ínfima parte de algo mucho mayor y común. ¿Qué sentido tiene creerse superior a otro o merecedor de mejor suerte?
-        Bueno, Emilio. Nos estamos yendo demasiado por las nubes. Quiero reflexionar sobre algo que sé que has experimentado recientemente: ser padre.  ¿Qué se siente al encontrarse después de muchos años con un hijo al que no se conocía?...
(CONTINUARÁ)


miércoles, 24 de octubre de 2012

JOSEP PLA EN EL CUADERNO DE ZENÓN


         «De vegades, parlem de tot això [amb el meu pare] i jo li dic:
         - La vostra lluita fou contra els carques i la gent de dreta…
         - És clar –em respon- Són els qui tenen la terra. Però tinc la impressió que, si la lluita s’hagués entaulat contra la gent d’esquerra, la situació hauria estat igual.
         - Vols dir?
         - Naturalment. Pensa que el que s’assembla més a un home d’esquerra, en aquest país, es un home de dreta. Són iguals, intercanviables, han mamat la mateixa llet. Però, és que podria esser diferent? No en dubtis: aquesta divisió és inservible.
         - Però que potser hi ha alguna altra divisió?
      - Crec que sí. Al meu entendre hi ha una divisió molt més profunda i exacta que aquesta. La que s’estableix entre persones intel·ligents i purs idiotes, entre bones persones i malparits.
         - Si les coses són així –li dic després d’una pausa-, tu què m’aconselles?
         - Jo no aconsello res!
         - Però és possible que no m’aconsellis res?
         - Jo no aconsello res!
         - M’aconselles l’astúcia o la bona fe?
         El meu pare queda parat una estona. Em mira fixament. Després mira a terra. En diu, finalment, amb una concentració intensa a la veu:
         - No ho diguis a ningú: t’aconsello l’astúcia i no en palem més…. »

                                              ----------------------------------

           «A veces, hablamos de todo esto [con mi padre] y yo le digo:
           -Vuestra lucha fue contra los carcas y la gente de derecha...
          - Está claro -me responde- Son quienes tienen la tierra. Pero tengo la impresión de que, si la lucha se hubiera entablado contra la gente de izquierda, la situación habría sido igual.
           - ¿Quieres decir?
        - Naturalmente. Piensa que lo que se asemeja más a un hombre de izquierdas, en este país, es un hombre de derechas. Son iguales, intercambiables, han mamado la misma leche ¿Pero es que podría ser diferente? No lo dudes: esta división es inservible.
           - ¿Pero es que quizás hay alguna otra división?
        - Creo que sí. En mi opinión hay una división mucho más profunda y exacta que esta. La que se establece entre personas inteligente y puros idiotas, entre buenas personas y malnacidos.
           - Si las cosas son así -le digo después de una pausa-, tú ¿qué me aconsejas?
           - ¡Yo no aconsejo nada!
           - Pero ¿es posible que no me aconsejes nada?
           - ¡Yo no aconsejo nada!
           - ¿Me aconsejas la astucia o la buena fe?
          Mi padre aguarda un momento. Me mira fijamente. Después mira al suelo. Dice, finalmente, con una concentración intensa en la voz:
           - No lo digas a nadie: te aconsejo la astucia y no hablemos más...»

  
El quadern gris
Josep Pla
1918

          

domingo, 14 de octubre de 2012

MONTAIGNE EN EL CUADERNO DE ZENÓN



           «Es maravillosamente adecuado el trato de los hombres, así como la visita de países extranjeros […] para volver conociendo principalmente los caracteres de esas naciones y sus hábitos y para frotar y limar nuestras entendederas con las de los demás. »

Ensayos
Libro I. Cap XXVI. De la instrucción de los hijos.
1595

jueves, 4 de octubre de 2012

ELOGIO DE LA CONVIVENCIA


                La soledad no es una opción, Sofía.  Lo queramos o no, ya no existe anecúmene. Todo está marcado por la huella de la sociedad. Incluso en los lejanos prados de las montañas donde te buscábamos  la cultura estaba presente en caminos, cultivos, aldeas, fincas, redes de transporte de energía, basura, taludes, canales, ruido de aviones, etc., etc.
                El ser humano es bipolar. Somos naturaleza en lo físico y sociedad en lo cultural. De ahí mi particular aventura con Emilio. Pero en toda educación hay una búsqueda del yo, una identificación del ser natural y el ser socio-cultural. La conciencia de sí es lo primero.
                La paradoja es que no hay conciencia de sí sin la conciencia del otro. Por eso la soledad no es una opción. Por tanto, si nuestro designio es convivir, vale la pena reflexionar sobre qué significa la convivencia.
                Convivir es, en principio, vivir con el otro. No es vivir del otro, no es vivir por el otro, ni para el otro, ni vivir sin el otro como ya he argumentado. No es vivir contra el otro, ni vivir desde el otro. En fin, todo esto no hace más que enfatizar el carácter de extrema  igualdad que significa el concepto convivencia. Convivir es vivir en armonía.
                Me gusta pensar, como he leído alguna vez, que la armonía es el equilibrio de las proporciones entre las distintas partes de un todo, con un resultado que denota habitualmente un cierto grado de belleza. Pero ello plantea preguntas en el caso de que esa unidad entendida como un todo sea una sociedad.

               
                Pero, maestro, si una sociedad debe armonizar sus partes ¿qué grado de comunicación ha de existir entre ellas? ¿Es posible un entendimiento entre sus partes si la comunicación es monopolizada por una de ellas? ¿Es posible el entendimiento si una parte no desea escuchar a la otra?
                ¿En una sociedad que aspira a la convivencia armónica cómo se manifiesta y se consigue el equilibrio? ¿Debe ser un equilibrio estable o inestable, robusto o frágil? ¿Indiscutible o revisable? ¿Impuesto, sobrevenido, construido cooperativamente?
               
                Supongamos, Sofía,  que la armonía a la que aspiramos y su belleza, por qué no, deben basarse en estas cualidades: las partes se escuchan incondicionalmente, los canales de comunicación son de acceso igualitario, el equilibrio debe ser construido cooperativamente y revisado regularmente. Aunque lográsemos tal estatus, que no es poco, ¿es suficiente? Parece que nos falta como mínimo atender a nuestra vertiente natural. ¿Podemos permitirnos el lujo para que nuestra convivencia sea duradera de desatender nuestras necesidades naturales?
                En las cuentas del  Estado no veo por ninguna parte apuntes en el debe. ¿Qué pasará cuando la calidad del aire sea irrespirable? ¿Cuánto costará depurarlo? ¿Quién tendrá acceso al aire limpio? ¿Y con el agua no ocurre ya lo mismo? ¿Quién repondrá las materias primas? Los habitantes del hoy estamos consumiendo y destruyendo los recursos del mañana. Cuando tú dejas en funcionamiento una máquina sin necesidad le estás robando a Zenón parte de su futuro. Cuando celebras tu bienestar con un pantagruélico exceso probablemente estás borrando el bienestar futuro. Es la mentalidad del falso rico que se ve impelido a hacer demostración de opulencia.
                No es más rico quien más tiene, te lo aseguro. Es más rico quien más da. Quien atesora vive instalado en el miedo a la soledad. Quien da es porque tiene para sí y para el otro. Y curiosamente aquellos que dan suelen ser reincidentes, con lo que demuestran su enorme riqueza.


                No lo entiendo, Jean Jacques. Reincidir en la generosidad no te hace en sí más rico. Lo único seguro es que puede llegar un momento en que seas tú quien necesite de la generosidad de los demás.

                Este es el más grave error de la falsa convivencia, Sofía. Si hay algo que es seguro es que alguna vez vamos a necesitar la ayuda de los demás. El error es doble: creer que vamos a ser autosuficientes por el poder de la acumulación y creer que ser solidarios nos hace más pobres. Los flujos de convivencia deben estar abiertos multidireccionalmente. Todos somos parte de un todo y la supervivencia de ese todo garantiza la supervivencia de las partes. Ya lo hemos dicho antes: la soledad no es una opción. Cuando en un todo asociativo se van cerrando los canales de intercambio, la convivencia no es posible y los desequilibrios aumentan.


                Y ¿qué podemos hacer para garantizar la armonía de nuestra convivencia social, maestro?

                Buena pregunta, amiga. En primer lugar escuchar, que las partes se escuchen sin límites, sin prejuicios, ya que nadie nos asegura que haya una sola forma de armonía. De hecho, las armonías posibles son infinitas e inimaginables. En segundo lugar, imaginar. Imaginad las innumerables y más sorprendentes formas de armonía. La belleza de tantas posibilidades iluminará vuestra convivencia de un modo desconocido hasta ahora. Desconfiad de las soluciones rápidas y fáciles. Este es un proceso que debe aprender de la rotundidad y la meticulosidad de la evolución natural. Los fenómenos naturales se producen con una lentitud geológica. Por tanto, en tercer lugar, negociar. Negociad y acordad las condiciones de vuestra convivencia de manera geológica, como si estuvierais construyendo una cordillera o un mar.


                ¿Y nuestra relación con la naturaleza, Jean Jacques?
               
                No ha de variar en nada este planteamiento: escuchar, imaginar, negociar. El ser humano puede ser el gran jardinero de este planeta. Puede hacer crecer a su alrededor un esplendor natural jamás conocido. Puede hacer que esa riqueza biológica llegue más allá de la Tierra.  Pero un jardinero estudia y entiende su jardín. Vive gracias a él,  respeta la lentitud de las estaciones, crea nuevas combinaciones,  se adapta a los límites de algo que está por encima de él, de algo a lo que él también pertenece.
                No hemos considerado hasta ahora la dimensión de una convivencia global, planetaria. En nuestra mentalidad actual de cazadores nos hemos creído propietarios de la tierra,  del aire o del agua. Hemos ido esquilmando recursos, pensando que todo volvería a recuperarse ilimitadamente. Qué osadía, qué torpeza.
                Este es el tiempo de concebir una nueva generación a la que expliquemos sin miedo y sin vergüenza qué está ocurriendo y hacia dónde caminan los acontecimientos. Es nuestra obligación moral como padres de esa generación entregarnos por completo a esta empresa. La crisis será permanente. Si no es así, no avanzaremos, ya que cualquier indicio de final de crisis, de prosperidad, no sería más que un nuevo estancamiento suicida. Sólo se avanzará hacia la convivencia planetaria con el sacrificio de nuestra opulencia. Los únicos indicios que mostrarán que vamos por buen camino serán estos: la duda, la lentitud, el silencio, la cooperación, la generosidad, la entrega, la biodiversidad, la serenidad, la paz, el regreso a la aldea, la regresión de la ecúmene, la conversación, la amistad, la humildad, el compromiso, la sed insaciable de conocimiento, la meditación, la salud, la sinceridad, la honestidad, el ser.
                El ser.

lunes, 24 de septiembre de 2012

FERRATER MORA EN EL CUADERNO DE ZENÓN (HOMENAJE EN EL CENTENARIO)



            « Si por sentido común se entiende alguna especie de facultad cognoscitiva no hay razón para considerarla inalterable. El titulado “sentido común” es mucho menos común de lo que parece, en la medida en que no es común a todos los seres humanos en todas las épocas. La historia de la filosofía y de la ciencia ha mostrado que semejante supuesta “facultad” ha experimentado bastantes cambios en el curso de la historia. »

El ser y la muerte
1962


viernes, 14 de septiembre de 2012

NICHOLAS CAR EN EL CUADERNO DE ZENÓN



           «Una serie de estudios psicológicos realizados en los últimos veinte años ha revelado que, después de pasar algún tiempo en un entorno rural tranquilo, cerca de la naturaleza, las personas muestran una mayor atención, una memoria más fiel y una cognición en general mejorada. […]
            No sólo el pensamiento profundo requiere una mente tranquila, atenta. También la empatía y la compasión […] Las emociones superiores surgen de unos procesos neuronales que son inherentemente lentos. […]
            Cuanto más nos acostumbramos a nuestros ordenadores y dependemos de ellos, más fácil es que caigamos en la tentación de confiarles “tareas que requieren sabiduría”. »

Superficiales. ¿Qué está haciendo Internet con nuestras mentes?
2010



martes, 4 de septiembre de 2012

EL PORQUÉ DE LAS COSAS


             
             La noche ha sido siempre el refugio perfecto para mis tribulaciones. Ahora todos duermen, se escucha el perpetuo zumbido de la nevera, la lejana música que acompaña al panadero en su obrador y los pálidos sonidos de criaturas nocturnas, aves nocturnas que marcan un territorio al que no pertenezco.

            Es la hora de las dudas. Es hora de responder de una vez apoyándome en todas mis frágiles e insuficientes certidumbres ante lo que considero mi fracaso. Y así quiero comenzar: primero los atenuantes.

            Soy mujer en un mundo en que no fuimos nada, en que las inercias continúan empujándonos a la nada; a la convalecencia vegetativa, a la obediencia ignorante, a la condescendencia, a la autodestrucción. Hubo un despertar tras la Gran Guerra, hubo una parte importante de la Humanidad que quiso conquistar un futuro de igualdad en compromisos y en talentos. Y era prometedor. Pero el hoy es una poderosa marea en regresión que arrastra y destruye lo construido con tanto esfuerzo.
                       
            Soy madre, una más, de una generación que deberá rescatarse a sí misma y me temo que también a la nuestra. Nuestros hijos, privados por completo de un desarrollo en comunidad, marcados por el estigma de la necesidad perenne, la insatisfacción perpetua, ya no confían en padres que no responden con un no, que no dan explicaciones, que no militan en causa alguna. O dicho en sentido inverso: siempre acceden al capricho, niegan el porqué de sus motivaciones íntimas, confían en que alguien vendrá a resolver las cosas.
           
            Soy compañera o esposa, en estos tiempos de masculinidad desorientada, que cree obstinadamente que la clave es amar y ser amada consecuentemente. Porque todo amor llevado a sus últimas consecuencias es un extraño modo de egoísmo en el que sólo se desea el bien, un bien ilimitado a quienes amas, de modo que su dicha sea el aliento de nuestra plenitud.

            Soy alumna de los mejores maestros, esos que atesora mi hijo, sentencia a sentencia, en su cuaderno; humilde y torpe alumna, a la sombra de todas las dudas, de esa universal historia de los pensadores a quienes –no nos engañemos- nadie escuchó seriamente.

            Soy ciudadana, defensora del paradigma colectivista, en estos días en que lo público se concibe como “propiedad inmerecida de un Estado malversador”, en que mis conciudadanos no se sienten ni quieren sentirse co-propietarios y co-responsables de lo público, en que la alternativa es privatizar, o sea privar de algo a todos con excepción del privador y es, en definitiva, la consumación de la pasividad perentoria de los despojados, su derrota.

            Soy locutora en un mundo visual, de hipervínculos, de ordenadores con síndrome de Diógenes. Y cuando hablo debo tener fe ciega en que alguien escucha, pero cuando callo no oigo nada y me gustaría oír, creedme, ser “auditora” (olvidad el sentido actual de esta palabra, por favor). Sueño con ser la auditora de guardia de una radio sin fronteras, políglota, polícroma, ecuménica.

            Soy consumadora en una sociedad de consumidores. Me importa el qué, el quién y el cómo. No quiero soportar un circo de gigantes de la distribución que sólo distribuye pobreza, que juegan a traer del otro lado del planeta lo que pude encontrar ayer en casa de mi vecina y pagar con un puñado de sal.

            Soy paciente en un mundo desfigurado por la estridencia y el vértigo de ir apresuradamente a ninguna parte. En el camino está la explicación, la comprensión de muchas cosas, en los olores, las miradas, los gustos, los silencios, las dudas, los otros, el destino, el deseo…

            No es un demérito, ya lo sé, verse arrastrada por la corriente. Lo imperdonable es haber creído que había sido vencida, enviar aquella carta al averno de la resignación, provocar que Emilio y el maestro Rousseau regresaran. Traerles conmigo era privar a otros de su excelencia. No era su misión, era la mía. Por ello me siento confusa: alegre, por supuesto; apesadumbrada, sin duda.

            Una noche, hace tiempo, una de esas noches de insomnio y ensueño, Zenón se levantó llorando. Había tenido una pesadilla y no se sorprendió al levantarse de encontrarme en la cocina –siempre acompaño mis letanías con alguna infusión-. Para él la noche no existía: desde el momento de acostarse hasta la mañana siguiente no había más que unos sueños que contarme de camino al colegio al día siguiente. Lo retuve entre mis brazos hasta que volvió a dormirse y lo llevé a su cama. Aquella noche me preguntó por qué su padre no llegaba nunca del largo viaje al que yo le había explicado que había emprendido. Y al acostarlo deseé con desesperación tener a Emilio con nosotros: escribí aquella carta. ¿Y ahora qué?

            No todas las preguntas han de ser respondidas. Hay preguntas que necesitamos dejar colgando como un péndulo preciso, armonioso, perseverante. Palpitan con nosotros y nosotros con ellas. Y hay preguntas, sin embargo, que excitan ese adormecido aventurero que nos acompaña como una sombra silenciosa, hasta que huele el desafío de un puente colgante entre las dos orillas de nuestra conciencia: la conformista y la intrépida.

            No temo a las preguntas, no abjuro de las respuestas. El único temor ha de ser el silencio cómplice o el murmullo interesado. Y sé que voy a tener que responder muchas preguntas. ¿Por qué no? Tal vez sea este el sentido de tener de nuevo juntos a todos mis seres queridos, los más exigentes que he conocido, los más generosos.

            Sea pues.


viernes, 24 de agosto de 2012

DALAI LAMA EN EL CUADERNO DE ZENÓN





          «Cuando las cosas van bien, la vida puede convertirse fácilmente en una ceremonia donde el protocolo, como por ejemplo tu manera de caminar y de hablar, es más importante que el contenido […]  En mi vida personal, los períodos más difíciles son los que más conocimiento y experiencia me han aportado.  En los períodos difíciles puedes aprender a desarrollar fuerza interior, determinación y coraje para hacer frente a los problemas. El verdadero fracaso es el desánimo, pues significa que has perdido una gran oportunidad para crecer. »

2008


martes, 14 de agosto de 2012

ZYGMUNT BAUMAN EN EL CUADERNO DE ZENÓN



           «Los vínculos entre personas, que antes formaban una red de seguridad digna de una gran inversión continua de tiempo y esfuerzo, y digna de sacrificar los intereses individuales, se vuelven más y más débiles y son considerados temporales […] La sociedad es vista y  tratada cada vez más como una red (que no como una estructura) […]  como una matriz de conexiones y desconexiones aleatorias y de una cantidad esencialmente infinita de posibles permutaciones. […]
            [Todo esto] lleva a disgregar las vidas individuales en un continuo de proyectos a corto plazo y episodios que son en principio infinitos y no pueden combinarse en secuencias a las cuales se pueda aplicar conceptos tales como “desarrollo”, “maduración”, “carrera” o “progreso” […]
            La responsabilidad de resolver dilemas […] recae ahora sobre los hombros de los individuos, que hoy en día se espera que “escojan libremente” […] La virtud que se proclama más útil para los intereses individuales no es la conformidad a unas reglas, sino la flexibilidad: el apremio a cambiar de táctica y de estilo en poco tiempo, a abandonar sin remordimientos compromisos y lealtades. »

Tiempos líquidos
2007


sábado, 4 de agosto de 2012

VICTOR HUGO EN EL CUADERNO DE ZENÓN


          «Cuando se entra aquí en una cabaña y se ve este interior indigente y desnudo, si se echa un vistazo al país, a esta naturaleza admirable que lo da todo, que todo lo prodiga, trigo, maíz, viñas, manzanos, robles, olmos, pinos, montañas, ríos, torrentes, golfos, minas de oro, de plata, de plomo, de hierro, canteras de arenisca, de cal, de yeso, de granito, de mármol, uno se pregunta cómo lo ha podido hacer el hombre para extraer de tanta riqueza, tanta miseria.
          ¡Oh!¡Si esta gran nación encontrara a un gran hombre, cuántas cosas grandes haría!¡Qué miseria!¡Necesitar a un Napoleón y encontrarse con un Espartero! »

Los Pirineos
Cuaderno del viaje realizado en 1843




martes, 24 de julio de 2012

BARUCH SPINOZA EN EL CUADERNO DE ZENÓN



            « [Teólogos y metafísicos] no cesarán de preguntar las causas de las causas, hasta que os refugiéis en la voluntad de Dios, ese asilo de la ignorancia.[…] Y de aquí proviene que quien investiga las verdaderas causas de los milagros y procura, tocante a las cosas naturales, entenderlas como sabio y no admirarlas como necio, sea considerado hereje e impío y proclamado tal por aquellos a quien el vulgo adora como intérpretes de la naturaleza y de los dioses. Porque ellos saben que, suprimida la ignorancia, se suprime la estúpida admiración, esto es, se les quita el único medio que tienen de argumentar y de preservar su autoridad. »

Ética demostrada según el orden geométrico
1675

sábado, 14 de julio de 2012

LA ÚLTIMA ALDEA


            La búsqueda resultaba cada día más dolorosa. Estábamos a punto de atravesar la línea, instalarnos en el fracaso y detener todo tipo de motor de esperanza. Atravesamos un viejo puente para llegar a la pequeña aldea que veníamos divisando desde el otro lado del valle. Y en ella nos detuvimos a esperar el correo para regresar a la ciudad.
            En el lugar sólo había una antigua fonda. Jean Jacques y yo nos miramos con resignación y nos dejamos atrapar por aromas de despensa bien curada. Tomamos asiento dejando caer y reposar todo el peso de la fatiga y así nuestras miradas fueron cayendo también. Hablar resultaba penosamente complicado; las palabras justas para pedir algo caliente.
            No encontraremos a Sofía, pensaba yo, mientras Jean Jacques pareció adivinar mi pesadumbre. Quería hablarme, serenar mi ánimo. Me tomaba de nuevo el pulso con su mirada (siempre lo hacía y reservaba algunas palabras bienintencionadas, precisas, alentadoras, palabras que hoy no venían en nuestro auxilio). Sólo se oyó cómo el propietario nos interpelaba.

-          ¿Les importa que ponga la radio?

Había tanto vacío, la profunda pesadez de un súbito vacío. ¿Por qué no? Le
dimos nuestras bendiciones y procedió. Un locutor de voz grave notificaba sucesos sin solución de continuidad. De cuando en cuando algún político local repetía las mismas frases y las puntuaba con breves silencios supuestamente reveladores. El rumor se hizo familiar sin dificultad y así nos permitió negociar una valiosa tregua con nuestro vulnerable ánimo.
            Era tal el cansancio acumulado en nuestros días de peregrinación que, a pesar de la tristeza, no resultaba intolerable saciar el hambre. En otras circunstancias la desolación anula el apetito, pero el instinto gobierna nuestros pasos más allá de la conciencia. En ello estábamos cuando aquella sosegada y reverberante voz dio paso a un nuevo programa. El informativo había acabado.
            En esos últimos meses había conocido tantas cosas, había aprehendido tanto. Una de las maravillas sin duda más estimulantes era poder escuchar grabaciones musicales de una extraordinaria calidad y en un número ilimitado. Tantos estilos desconocidos, tantos compositores,… imposible agotar esta continua fascinación. Gracias a ello reconocí la sintonía de entrada del programa que comenzaba y, si no hay mucha gente que conozca el Tehillim de Steve Reich, menos aún es escucharlo en tales circunstancias. Quizá por eso no advertí el nombre del programa, por eso o porque la voz de la locutora me resultó familiar… Sin que pudiera despegar los labios, mi viejo profesor habló por ambos entusiasmado.

-          ¡Es Sofía, Emilio! ¡Es Sofía!

            El correo estaba resultando desesperante. Paraba en pueblos, aldeas, barrios, pedanías, caseríos, solitarias paradas en medio de ninguna parte. Parecía que no íbamos a llegar nunca. Aun así, estábamos a unos cuarenta kilómetros de la capital cuando Jean Jacques sacó del bolsillo de su chaqueta una pequeña libreta: era el cuaderno de Zenón.

-          ¿Recuerdas aquella cita?
-          Una vida que cursa como un río. El río trisca montaña abajo, luego se remansa y llega a un punto en que acaba, el punto en que se nota la sal.
-          Creo que ahora me toca a mí.
-          No, maestro, precisamente ahora es cuando más os necesito. ¿Cómo explicarle a Sofía todo lo que ha ocurrido? ¿Cómo iniciar a Zenón si no estáis a mi lado?
-          Aún me quedan fuerzas para llegar a su encuentro, pero no para volver a profesar junto a Zenón. ¿Cómo piensas que pueda armonizarse  a un hijo de estos tiempos con todo el universo de lo sensible? Este mundo es un tormento de experiencias virtuales, desnaturalización y absoluta carencia de compromiso. No lo soporto más, Emilio.
-          Yo también huelo la sal, Jean Jacques, la que altera mi sosiego habitual. No puedo negaros que ardo en deseo, en ilusión y no permitiré que seáis mar sin desbordaros anegando ese infortunado mundo del que habláis, con vuestro espíritu único y rebelde. Vuestro herbolario no está completo, maestro: faltan los más sublimes ejemplares.

            En la ciudad volvió a invadirme la sensación de extravío. Debíamos localizar la emisora central de Radio Cadena Juventud, la RCJ. Y así lo hicimos.
            La entrada era discreta. Unas ventanas que hacían visible el estudio central daban un aire de elegancia respetable. En aquel instante el estudio estaba vacío y el conserje  que abrió la puerta nos miraba intimidatorio.

-          ¿Qué desean?
-          Somos amigos de la señorita Sofía.
-          ¿Sofía  Cortázar o Sophie Montmerency?

            Hasta aquel momento no habíamos pensado  en que nuestra Sofía pudiera haber adoptado un apellido, pero era evidente el feliz hallazgo de nuestro familiar topónimo.

-          Evidentemente Sophie Montmerency, dijo Jean Jacques, al ver que yo había enmudecido aprisionado entre el dolor y la emoción.
-          Ha salido hace una hora y media aproximadamente.

            Ya no escuchaba la conversación y no supe cómo mi maestro consiguió las señas y concluyó la entrevista estrechando la mano de aquel funcionario. Tampoco supe por dónde nos llevó el taxi hasta una casa, en la salida norte, junto al río, una pequeña casa de fachada ocre, amplio balcón, pequeña puerta y gran ventana vestida de elegantes visillos.  
            Estuvimos frente a ella mucho tiempo. La mirábamos sin esperar nada en concreto, tan sólo por el placer de conocer cada palmo de cada detalle, con el misterio que ejerce la promesa de una dulce certidumbre, hasta que el misterio se hizo fuerte en nuestras gargantas al ver llegar frente a aquella puerta a un corpulento muchacho de unos veinte a veinticinco años.

            Al llamar me temblaba la vida en las manos, como si tuviera en ellas mi corazón para ofrecerlo como un presente. Y aquella criatura abrió la puerta. Jean Jacques no pudo hablar, se hizo eterno el instante en el que acerté a alargar mi mano y sustraer de la chaqueta de mi maestro el cuaderno del que no había podido separarse en meses y, en gran alarde de coraje, se lo entregué a Zenón, en lugar de un corazón que hacía bastante que no se atrevía a latir.
            Mi hijo sonrió por fin.

            Así le conocí. Él supo al instante quiénes éramos. Nos abrazó intensamente, abrumado por la felicidad. Nos condujo cariñosamente al interior y llamó a su madre desde el pie de las escaleras. Pero nada de eso pudo hacer que mi torturado corazón volviese a latir hasta que pude verla.
            Sofía apareció en las alturas y quedó paralizada, como una espléndida Madonna, haciendo que el tiempo se detuviera, se estirase peligrosamente sin romperse y chasqueara de pronto golpeando nuestras conciencias aturdidas.
            Y la bella Madonna bajó por fin llorando.
            Casi no podía verla. Mi vista, nublada también por las lágrimas, dejaba que otros sentidos reconocieran en ella su pelo, su rostro, sus ojos, su aroma, el temblor, la risa y, sobre todo, cómo pronunciaba mi nombre: Emilio, Emilio, Emilio, serena y sordamente, como un profundo mantra liberador.
            Sofía, Sofía, Sofía, cuántas veces pronuncié tu nombre pidiendo una explicación, una aparición, una presencia. Mi gratitud es inmensa: ahora tengo dos explicaciones, dos apariciones, dos presencias.

            Acababa de anochecer. Zenón prendía fuego a unos leños medio consumidos del día anterior y el fulgor nos fue atrapando sutilmente. Había demasiadas preguntas, pero Zenón buscó otra senda por la que discurrir sin peligro.

-          Parecéis muy cansados. Supongo que ha sido duro llegar hasta aquí.
-          Hemos recorrido un sinfín de aldeas en la montaña, donde creíamos tener noticia de vuestra presencia. Pero en los últimos días parecía haber desaparecido todo rastro y este cansancio que ves, hijo, es más producto de la desesperanza que de la fatiga.
-          ¿Y cómo ha sido posible al fin la fortuna de hallaros con nosotros?
-          Pura casualidad, pequeño: la radio. – dijo Jean Jacques.
-          Oh, claro, maestro, mi programa. Es una verdadera bendición.

            Sofía parecía despertar de un largo sueño. Sus ojos brillaban como en aquellas primeras citas, entre sus padres y mi maestro, aquellas conversaciones, tanteos de adolescentes bien cultivados, nada experimentados. Cuántas noches había recordado nuestras vivencias.

-          Tu voz, Sofía. Fue como soplar unas brasas dormidas y renacer, amor mío. Era el calor de tu voz, cuando habíamos abandonado toda fe. Lo demás fue cosa de Jean Jacques, porque yo quedé tan impresionado que no afloraba ni el aliento de mi maltrecho espíritu.
-          De modo que vos, maestro, averiguasteis el resto, ante la amante debilidad de mi amado compañero.
-          Sí, Sofía, tu apasionado Emilio dejó de latir en aquella fonda y recuperó su pálpito al tenerte entre sus brazos. Espero que Zenón sea más sangre de tu sangre que no de su emotivo padre.
-          Zenón es cada día sorprendente.

            A lo que su hijo, nuestro hijo, sonrió sin atreverse a contradecir a su madre.
            Aquella noche fue larga, deliciosa. Se diría que no hacía más de dos días que nos hubiéramos separado y, sin embargo, la profundidad y la importancia de las experiencias acontecidas iban a cambiar de nuevo el rumbo de nuestras vidas, esta vez definitivamente.

miércoles, 4 de julio de 2012

EDUARD PUNSET EN EL CUADRENO DE ZENÓN



            « Al principio y al final de un trayecto siempre hay una emoción, porque de lo contrario no sería un proyecto […] Conviene, pues, echar por la borda todo el pensamiento aristotélico que ha plagado la cultura occidental insistiendo en la irracionalidad y la perversidad de las emociones […] Resulta tan contraproducente no saber controlar las propias emociones como no tenerlas. Es sabio desconfiar de cualquier proyecto que no parta de una emoción. »

El viaje a la felicidad
2007

domingo, 24 de junio de 2012

JOHN KENNETH GALBRAITH EN EL CUADERNO DE ZENÓN



« Las ideas con que los habitantes de esta favorecida parte del mundo interpretan su existencia y, en cierto modo, guían su conducta, no fueron forjadas en un mundo de riqueza. Estas ideas fueron el producto de un mundo en el que el sino normal del hombre había sido siempre la pobreza y en el que no cabía imaginar la posibilidad de cualquier otra alternativa. »

La sociedad opulenta
1960


jueves, 14 de junio de 2012

JOSÉ LUIS SAMPEDRO EN EL CUADERNO DE ZENÓN


« Frente al exterior, que no podemos conocer del todo, hay una actitud de inquietud e indefensión. Eso nos lleva a decir: voy a transformar el mundo, como dicen ahora. Yo no pretendo cambiarlo, sino estar en armonía con él, y eso supone una vida que cursa como un río. El río trisca montaña abajo, luego se remansa, y llega un punto, como estoy yo, en que acaba. Mi ambición es morir como un río, ya noto la sal. Piense en lo bonito de esa muerte. El río es agua dulce y ve que cambia. Pero lo acepta y muere feliz porque cuando se da cuenta ya es mar. Ese es un consuelo. No necesito la esperanza de un personaje que me acoja. Admito que haya más allá, pero no un señor pendiente de José Luis. »
El País

lunes, 4 de junio de 2012

LA RADIO QUE ESCUCHA ZENÓN


«Yo les digo (a mis hijos): no penséis en el dinero, se ha acabado eso de pensar en el dinero. Seguramente habéis visto a vuestros padres pensar en el dinero. Seguramente habéis visto que vuestros padres tienen dos coches. No penséis en dos coches, ni en uno. No penséis en compraros un coche. No penséis en tener un piso o un apartamento en algún lugar y un piso en Barcelona. No penséis ni siquiera en que os compraréis un piso nunca, no lo penséis. Pensad únicamente en qué haréis con el tiempo de vuestros días. »

Víctor Amela
Tertulia “El perque de tot plegat
Programa “El mon a RAC 1”
Emisora RAC 1
18-5-2012

jueves, 24 de mayo de 2012

LOVELOCK EN EL CUADERNO DE ZENÓN



«Cuando hace dos eones el aire empezó a albergar cantidades apreciables de oxígeno, la biosfera se asemejaba a la tripulación de un submarino averiado, donde todas las manos son necesarias para reparar los daños, mientras la concentración de gases venenosos crece segundo a segundo. Triunfó el ingenio y se conjuró el peligro, aunque no al modo humano, restaurando el viejo orden, sino al flexible modo de Gaia, adaptándose al cambio y convirtiendo al letal intruso en amigo inseparable. »


Gaia. Una nueva visión de la vida sobre la Tierra
1979

lunes, 14 de mayo de 2012

LAO-TSÉ EN EL CUADERNO DE ZENÓN


« La razón por la cual los ríos y los mares reciben el homenaje de cien torrentes de la montaña es que se mantienen por debajo de ellos. Así son capaces de reinar sobre todos los torrentes de la montaña. De igual modo, el sabio que desea estar por encima de los hombres se coloca debajo de ellos; el que quiere estar delante de ellos, se coloca detrás. De esta manera, aunque su lugar sea por encima de los hombres, éstos no sienten su peso; aunque su lugar sea delante de ellos, no lo toman como insulto. »


Tao Te Ching
S. VI a. de C.