martes, 24 de enero de 2012

EL REENCUENTRO

            Ha pasado demasiado tiempo. Siempre ha pasado demasiado tiempo cuando se trata de reencontrar a un amigo. Emilio abre la puerta y halla tras ella a Jean Jacques con aspecto cansado; sonriente, pero cansado. Sobre la inesperada felicidad del reencuentro planea, pues, una nube oscura de dudosos presagios.

            E.- ¡Maestro! No puedo creer lo que mis ojos ven. ¿Qué hacéis aquí? ¡Qué
inmensa sorpresa! Pasad, por favor, acomodaos.
            J.J.- Emilio, mi querido Emilio. Es tan reconfortante volver a verte.

            La impresión de un fatigado viaje conmueve a Emilio y le hace olvidar sus propios pesares de hace unos instantes.

            E.- ¿Os encontráis bien, Jean Jacques?
            J.J.- Sí, Emilio, no sufras. Todo mi pesar se desvanecerá de inmediato al compartir contigo palabras y viandas, camino o reposo. Es la carencia de estos antiguos y sencillos placeres lo que más necesito.


            La luz comienza a declinar, aunque el día va ganando poco a poco vuelo a estas alturas del invierno. Emilio atiza el fuego para contrarrestar otro remolino de aire frío que se cuela por alguna parte. Dominando sus deseos de formular tantas preguntas, se dirige a la despensa y porta algunos víveres junto a un aromático vino. Jean Jacques observa el fuego, el silencio. Cruza algunas miradas cómplices con su discípulo mientras éste le sirve. Sin hablar, lentamente, levanta el pan, decanta vino sobre su copa y prueba bocado de un robusto queso bien curado.

            J.J.- ¿Recuerdas, Emilio, cómo empezó todo?
            E.- Sí, maestro. Todo comenzó en el silencio.
            J.J.- Así es. Caímos en el silencio para morir en él y fue, sin embargo, nuestro renacimiento. Es por ello que no entiendo el porqué.
            E.- ¿A qué os referís?
            J.J.- No entiendo qué puede ser tan importante para que nuestro destino haya iniciado una nueva etapa en un mundo tan complejo y tan triste. He intentado preservarte de mis dudas durante algún tiempo, recluido en esta villa, para tratar de comprender y permitirte una adaptación más natural.
            E.- No ha sido fácil, Jean Jacques. El tiempo se volvía ya en mi contra.
            J.J.- Lo suponía.
            E.- ¿Y habéis comprendido ya?
            J.J.- Sí, pero mi preocupación es ahora mayor.

            La conversación se detiene. El crepitar de las llamas ayuda a hilvanar los pensamientos, con su indescifrable y tierno lenguaje ancestral.
            Las miradas descansan en el frío. Tomando aliento se desplazan torpemente del fuego a las vituallas y de la mesa al amigo, pero las palabras pesan cada vez más y el reloj desmiente todas las certidumbres menos una.

            E.- Es tarde, maestro. Descansemos.


sábado, 14 de enero de 2012

DOMINIO DE SI


           « C’est une erreur de distinguer les passions en permises et défendues, pour se livrer aux premières et se refuser aux autres. Toutes sont bonnes quand on en reste le maître ; toutes sont mauvaises quand on s’y laisse assujettir. (…) Il ne dépend pas de nous d’avoir ou de n’avoir pas de passions, mais il dépend de nous de régner sur elles. Tous les sentiments que nous dominons sont légitimes ; tous ceux qui nous dominent sont criminels. »

Émile  ou de l’education
J. J. Rousseau

            Es un error distinguir las pasiones en lícitas y prohibidas, para abandonarse a las primeras y rechazar las otras. Todas son buenas cuando se las sabe dominar, todas son malas para el que se deja someter por ellas. (…) El tener o no tener pasiones no depende de nosotros, pero sí depende de nosotros el reinar sobre ellas. Todos los sentimientos que dominamos son legítimos; todos los que nos dominan son criminales.

miércoles, 4 de enero de 2012

DE CÓMO CULTIVAR ESTRELLAS


            Podría decirse que tengo más de doscientos cincuenta años y, sin embargo, no he pasado de los treinta. La única ventana abierta a mi niñez y mi juventud es la noche. Mirando las estrellas creo atrapar en la luz de los sueños mi pasado. He venido hasta aquí por ello, buscando una noche perfecta.
            Y si hay noche oscura y estrellas al alcance de los dedos, hay silencio, maestro. El corazón de la noche es siempre una pequeña luz palpitante que enciende y apaga los recuerdos en la intimidad del silencio interior.

            Hay miles de razones para seguir cultivando grandes extensiones de recuerdos, para vivir. La noche precede al día, el silencio a la música, la muerte al renacer, la duda a la certidumbre, la ausencia a la añoranza, la añoranza al reencuentro.
            En estas noches perfectas he soñado tantas veces con Sofía. ¿Por qué he vuelto si ella no está aquí? La busco en las estrellas, me busco en ellas a mí mismo. Y he tenido la tentación de creer que puedo volver a tenerla conmigo sólo con desearlo.
            Ahora crepita el fuego. Deseo que ella venga con nosotros, al calor de esta infinita añoranza. Confundo su rostro entre las llamas, dibujo entre las brasas mi desorientación, intento elevar como ese humo mis pensamientos hacia el cielo y…
            Alguien llama a la puerta.