sábado, 24 de agosto de 2013

SÉNECA EN EL CUADERNO DE ZENÓN


            «No somos pobres, sino pródigos del tiempo; sucediendo lo que a las grandes y reales riquezas, que si llegan a manos de dueños poco cuerdos, se disipan en un instante; y al contrario, las cortas y limitadas, entrando en poder de próvidos administradores, crecen con el uso

De la brevedad de la vida
Lucio Anneo Séneca
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miércoles, 14 de agosto de 2013

ANDRÉ VAN LYSEBETH EN EL CUADERNO DE ZENÓN




         «En última instancia, nuestro cuerpo es pensamiento solidificado, ya que el pensamiento no ha de ser comprendido como una actividad inmaterial, sino más bien como una vibración particular de la materia física. La materia que llamamos grosera es, según nos enseña la física nuclear, energía aglomerada, condensada. Es energía cautiva.»

Mi sesión de yoga
1977



domingo, 4 de agosto de 2013

PLANETA AGUA

                Zenón no se conformó con dejar que su mano acariciara la corriente. Lentamente dio un paso dentro del agua, otro, avanzó hasta el centro del cauce, se introdujo en él. 
                Hasta ese momento había estado observando el paso de la historia desde el otro lado, desde el elemento “tierra”, desde la lejanía de un promontorio seguro y a la vez estático. Pero la historia pertenecía al elemento “agua”, era dinámica e insegura, y él quería participar de ella con absoluta plenitud.
                Examinó en su mente la visión inversa: pertenecer al planeta agua significaba sumergirse  y estar así conectado de manera simultánea con las fuentes, con las desembocaduras, con los océanos, entre mareas, golfos, corrientes, cauces, fondos abisales, crestas espumeantes… circular sin descanso, dar vida sin desfallecer, devenir sin dejar de ser.
                Mientras se dejaba flotar, mecer por la corriente,  sintió nítidamente reveladoras manifestaciones  en modo pretérito y presintió, sin duda,  emocionantes  fulguraciones del  porvenir. Porque el continente al que pertenecía era sangre de su sangre, la simbiosis aceleraba su pertenencia a un tiempo indeterminado que sólo era presente y, sin embargo, era todo lo contrario al presente.
                Tal era la tentación de desnacer, sintiéndose de nuevo en aquel fundamento amniótico, que alargó su mano desde el interior del fluido y palpó  claramente la membrana que le separaba ya del mundo del que provenía. Las visiones del pasado y del futuro fueron cada vez más intensas, le atravesaban sin dificultad, le poseían. Ralentizaban el pulso del acontecer, del respirar, del concebir.
                Se detuvo. Espiró lentamente el hálito residual y con él todo aquello que había sido. Y en ese confortable tránsito comprendió, sin albergar ninguna duda,  que estaba  profundamente comprometido, que era amado sin reservas, que deseaba pertenecer.
                Y así fue cómo Zenón volvió a nacer ante mis ojos. Así fue cómo me fue concedido el reingreso en la paternidad con plenitud de conciencia.