miércoles, 24 de diciembre de 2014

JOSÉ ANTONIO MARINA EN EL CUADERNO DE ZENÓN


           «El mar es inarticulado cuando no se tiene un rumbo. Es el rumbo lo que da personalidad a los vientos y carácter a las mareas, haciéndolos hostiles o amistosos, y nos libra así del mutismo equívoco de lo indeterminado.»

El misterio de la voluntad perdida
1997


domingo, 14 de diciembre de 2014

D.T. SUZUKI EN EL CUADERNO DE ZENÓN




            «Si el Zen hace uso de las palabras y el lenguaje, les otorga el mismo valor que a simples monedas para el trueque o intercambio. Cuando tenemos frío, no podemos taparnos o abrigarnos con las monedas; si tenemos hambre o sed, no podemos masticarlas, ni tampoco beberlas […] Una y otra vez olvidamos esta verdad tan evidente, y así no cesamos jamás de acumular monedas, guardándolas a buen recaudo y ambicionando aún más. Pues bien, lo mismo sucede con las palabras.»

Zen
1958


jueves, 4 de diciembre de 2014

RETORNO AL SILENCIO

                Podría describirse de este modo: fue exactamente como sufrir el síndrome del miembro fantasma. Toda vez sobrevenida una amputación uno continúa sintiendo ese miembro como si todavía estuviera ahí. Jean Jacques acababa de abandonar el plano de la manifestación física, pero resultaba imposible evitar que nuestras mentes le concedieran un tiempo que ya no le pertenecía. Seguíamos sintiendo palpitar su presencia.
                No era extraño: se trataba de su segunda muerte. La primera fue un grito, una explosión de fragilidad, un arrebato inconsciente, o tal vez la inmolación consciente de un personaje con todos sus deméritos y contrariedades. Prorrumpió en un estallido que le proyectó hacia un nuevo compromiso, hacia un tiempo de cruentas colisiones entre pasado y futuro. En aquella ocasión me arrastró con él.
                Pero esta vez es distinto. El maestro –estoy seguro-  ha columbrado un grado de conocimiento superior. Y cuando el conocimiento es superior, no hay palabras que lo puedan describir, ni formular. Por ello, en esta ocasión el maestro se ha desnudado del verbo. Se ha vaciado de verbo. Se ha silenciado.
                Podemos admitir que hemos perdido la voz directa, la resonancia física, el continente y, sin embargo, perdura el contenido, la sustancia, la comunión. De tal modo que cuando hoy pensamos, cuando hoy expresamos nuestras ocurrencias, cuando hoy sentimos, no podemos decir que lo estemos haciendo nosotros solos. Quiero pensar que seguimos trabajando juntos: co-laborando, co-operando.
                Quiero pensar en ello, pero las palabras se adueñan de todos y cada uno de mis pensamientos y, lo sé, alteran mi lealtad. Por ello, firmemente, me abandono a la meditación. La mano del maestro me despoja, me sumerge, íntegro, bajo el mantillo confortable y fértil del lenguaje, hacia la raíz, hacia la médula, hacia la intuición primigenia, hacia la poesía.
                Yo          
                hemos muerto                
                nuevamente.