martes, 23 de agosto de 2016

DERRIBAR LAS FRONTERAS DEL YO


          «Uno puede estar mejorándose eternamente a sí mismo; puede reflexionar un poco más, dedicarse al perfeccionamiento propio, ser más amable, más generoso, esto o aquello, pero eso está siempre dentro del campo del “yo”. Es el “yo” el que está logrando cosas deviniendo, y ese “yo” es siempre reconocible como una acumulación de experiencias, de recuerdos. Y el problema es cómo resolver esto, cómo derribar las fronteras del “yo”. Cuando digo “cómo” no me estoy refiriendo a un método, sino a una investigación. Porque todos los métodos implican el ejercicio del pensamiento, el control del pensamiento, la sustitución de un pensamiento por otro. De modo que cuando ustedes practican meramente métodos, sistemas, disciplinas, no hay investigación.»

SOBRE LA LIBERTAD
KRISHNAMURTI
1991

domingo, 7 de agosto de 2016

COLAS BREUGNON

              Fue hace más de cien años.
              No abundaban las buenas noticias y no era un buen momento para publicar una novela vitalista, alegre, desenfadada pero profunda. Su autor, Romain Rolland, ya había presentido la guerra en su obra magna: Juan Cristóbal . Y, sin embargo, tras esa “atmósfera trágica” sintió, como él confesaba, “una necesidad invencible de libre alegría gala”.
              Efectivamente, no le fue posible publicar Colas Breugnon hasta 1919. ¡Para hablar de una historia que trascurría a lo largo del año 1616!… Curioso juego de fechas.
              Dejemos al autor confesarnos su experiencia:
              “Me había refugiado en el campo, solo, cerca de un viñedo. […] Estaba totalmente embebido de la vida de la tierra y de los seres. […] Al escribir reía. El día pasaba rápido. Cada nueva mañana estaba, como Colas, debajo del árbol de los pájaros; deliraba con los cantos de la vida que vuelve a abrirse. […] Semanas, meses de insomnio casi totales”.
              Colas Breugnon, maestro ebanista de Clamecy, con “cincuenta años bien cumplidos”, y bien fundamentado en “leyendas nivernesas” de aquella Borgoña en el cambio del siglo XVI al XVII “donde lo moderno y lo antiguo hacen cama común”, pasa en este soberbio relato de ser un hombre feliz, satisfecho, que disfruta de una manera sencilla de la vida, a verse comprometido por durísimas pruebas que le conducen a la reflexión y remueven su conciencia. Pero, como no podía ser de otro modo, el relato es circular; viene de la alegría por la vida y hacia ella conduce finalmente.
              Colas Breugnon me conmovió, me divirtió, me acercó a una cierta forma de sabiduría que su autor, Romain Rolland, encontró en dos fuentes complementarias: el origen y las filosofías orientales. No hay que olvidar su acercamiento a las figuras de Gandhi, Ramakrishna o Vivekananda, así como su pasión por la música. (Todo esto podría muy bien ser el escenario de una fábula “retroprogresiva” en terminología de Salvador Pánikker).
              Han pasado nada menos que cien años desde que, en Suiza, durante el mes de julio de 1914, Romain Rolland corregía ya las pruebas de edición de su Colas para el editor Humblot…
              (Tuve la fortuna de pasar un par de veces por Clamecy –sin detenerme- y admirar su paisaje antiguo y fértil, después de haber leído esta novela. Y me sentí atrapado por un vínculo que no me abandona; la sensación de ser depositario de una herencia).
              …un mes después nacía en Bruselas otro Colas centenario de la literatura, este bien vivo, llamado cronopio, quiero decir Julio, que tal vez fuera depositario de esa herencia antes que yo.
              ¿Y en 2020?